Fortuna con Condiciones – Fin

Cuando Beth llegó a Entworld, aparcaba más de una vez para disfrutar del paisaje. ¡Qué precioso! En Bridgeport no había paisajes tan espectaculares como en este país.

Abrió el mapa de ruta para encontrar el camino más fácil para llegar a la mansión. A pesar de figurar en el mapa, no sería tan fácil de encontrarla.

Después de buscar y buscar, encontró la mansión. Estaba asombrada al ver el estado en que se encontraba la casa. El señor Trustmee había dicho que una gobernanta estaba a cargo para cuidar de todo pero esta persona no estaba en ninguna parte. Era obvio que no ha estado aquí desde hace tiempo.

Se habían acumulado bastantes facturas alrededor del buzón de correo y en el interior del buzón había incluso más. Suspiraba… menos mal que había más que suficiente para pagarlas. Con el corazón en un puño entró en la casa, medio esperando que habían cortado la electricidad y el agua y suspiró aliviada cuando vio que no.

No temía la limpieza. En el orfanato había hecho bastante, pero esto… era sencillamente increíble y la casa necesitaba desesperadamente unos cambios grandes. Mañana empezaría con la limpieza porque ahora, después del viaje estaba muy cansada.

Empezó explorando la casa…

… y pasaba de una habitación a otra. Esto parecía un laberinto donde se puede uno facilmente perder. Había unas cuantas chimeneas y se preguntó…

… si todavía se las podría usar. Probablemente antes necesitarían una limpieza grande.

Eligió uno de los dormitorios en la primera planta. Tenía un aspecto oscuro y viejo pero, al parecer había sido usada por la gobernante porque estaba ligeramente mejor que los otros dormitorios.

Estaba muy cansada y buscó las mejores sábanas entre las que había. Hizo la cama, pero a pesar del cansancio, no podía dormir enseguida. Cogió el libro que se había traído y después de un rato se le cerraban los ojos.

Se quedó dormida, pero se despertó varias veces durante las primeras horas. Los ruidos desconocidos de la casa…, el sonido de un búho cerca de la ventana…. No tenía miedo, pero tampoco se sentía muy a gusto. Se acordó con nostalgia del orfanato… Al final entró en un sueño profundo en lo que quedaba de la noche.

El día siguiente fue al pueblo para comprar papel de lija, pintura y sábanas nuevas. La gente del pueblo la miraban con curiosidad, pero eran amables.

Al volver a la mansión no perdió el tiempo y empezó con el dormitorio mismo. Había una pintura que le dio repeluco.

Lo quitó de la pared y lo  puso fuera de la habitación en el suelo.

Después de unas horas de trabajo en el dormitorio salió de él y el corazón dio un respingo al notar que la imagen de la mujer en el cuadro había desaparecido. ¡El cuadro estaba VACÍO! Tragó saliva pensando que se estaba volviendo loca, imaginando cosas.

Se fue a la cocina, pero ahora ya se le había quitado el apetito. Tenía que obligarse a comer algo.

Al volver a su habitación la pintura estaba otra vez normal… así es que… tiene que haber sido por su propio agotamiento que pensaba que el cuadro estaba vacío.

Cogió el cuadro y le dio la vuelta contra la pared. No quería más sustos. Mañana buscaría un sitio donde guardarlo.

Esa noche durmió bien sin despertarse, lo que era también lógico después de todo el trabajo que había hecho.

Después de despertarse se quedó ganduleando un poco, pensando que había muchas pinturas inquietantes en la casa y que sería una buena idea quitarlas todas. Se preguntaba dónde se podrían guardar porque era muchas…, la verdad.

Se levantó e hizo otra exploración de la casa para mirar todas las pinturas. Iba otra vez de cuarto en cuarto por pasillos sin fin. Todavía no había visto el ático, y este resultó ser un sitio agradable. A pesar de que la madera necesitaba urgentemente unas manos de pintura. Las paredes eran las únicas de toda la casa que tenían un color claro. Le gustaba este sitio. Aquí podría hacer su oficina y quería coger ya su portátil pero, pensándolo mejor decidió que no porque había todavía muchísimas otras cosas que necesitaban arreglos y limpieza.

Abrió la puerta a otra habitación y, al abrirla, sabía que había encontrado el sitio ideal para guardar todas las pinturas.

Durante el resto de la mañana estuvo atareada en sacar las pinturas de las paredes y subirlas al ático.

Después continuaba con su dormitorio y el cuarto de baño de este dormitorio. Durante unos días estaba lijando, pintando y adornando.

Se sentía satisfecha consigo misma de haber limpiado y pintado el dormitorio y el baño. Ahora tenía ganas de una hamburguesa casera. Luego se metió en un baño de espuma y se fue a dormir.

En plena noche se despertó por un ruida extraño… ¡era el pomo de la puerta! ¡Estaba moviéndose! ¡Alguién intentaba entrar en su dormitorio! Se levantó como un tiro y empujó el armario cajonero delante de la puerta.

Su corazón iba a mil por hora. ¡Dios mío! Miró por la ventana, pero no veía nada raro. Después de un rato volvió a acostarse y se quedó dormida.

Con la luz del día se ve todo distinto y volvió a poner el mueble en su sitio. Fuera de la habitación había unas huellas de pies claramente visibles en el suelo polvoriento. Esas huellas no habían estado allí antes. Otra vez estaba sintiéndose insegura.

Hacía todo lo posible para tranquilizarse. Esto es mentira… no puede estar ocurriendo. Su ánimo estaba bajo cero y además, se sentía muy sola. En el orfanato siempre tenía otros niños y jóvenes alrededor, pero aquí… nadie. Mientras tanto el señor Trustmee había llamado un par de veces preguntando si aceptaba la casa, lo que le pareció bastante extraño. ¿Por qué le interesaría tanto si ella ya había firmado? Bueno, quizás solamente quería asegurarse de que ella se encontraba bien.

Después de las vivencias de la noche pasada y el descubrimiento de las huellas, sabía que necesitaba vida social para mantener contacto con el mundo real fuera de la casa. Se arregló y condujo a uno de esos sitio donde había gente con quien hablar.

Estuvo casi todo el día en la calle y luego pensó que ni siquiera había explorado el jardín grande alrededor de la mansión. Bueno, ya habría tiempo para hacerlo. Ahora quería mirar lo que había al otro lado del riachuelo.

Se puso el bañador y nadó hacía el otro lado.

Al otro lado había un sitio raro. Como piedras puestas en círculos, muchas cañas silvestres e incluso un sitio donde hacer una hoguera. Parecía un lugar para algún tipo de ritual, pero no tenía idea para qué. Estaba ya suficientemente cansado como para dormir toda la noche sin despertarse, Se fue a casa, cerró su dormitorio con llave y fue a dormir.

Había perdido todo el sentido del tiempo cuando se despertó. ¡PASOS! ¡Claramente escuchaba pasos! Saltó de la cama y casi no podía respirar del susto.

¿No va a terminar eso nunca? Una cosa tras otra ocurría. Pero ESTO ya colmaba el vaso. ESTO podía terminar con toda su fortaleza. Era como si la gente de las pinturas quería decir algo pero no sabían cómo. Ella quería terminar con todo esto, pero ¿cómo? Sentía un frío raro, no solamente en la piel sino también un frío en los huesos. La mujer estática en la ventana la miraba fijamente. Beth no podía moverse. Había como una fuerza extraña que la mantenía clavada en este sitio. La mujer dijo con voz fantasmal… “Si verdaderamente quiere, puede cambiar todo esto… Yo puedo decir cómo…”.

Estaba muy confusa y con todo el corazón quería saber cómo cambiar todo esto. Intentaba hablar y preguntar, pero estaba como congelada… Con cada rato angustioso se sentía arrastrada, pero ¿adonde? ¿Dónde y cuándo?

Se despertó en el orfanato.

Al principio no se podía orientar, pero luego sabía que se había despertado de una pesadilla.

Ahora se acordaba. Ayer fue su cumpleaños y hoy empezaría una nueva vida para ella.

Se sentía aliviada y bajó para ayudar a los más jóvenes prepararse para la escuela.

La directora del orfanato la llamó a su oficina. “Querida Beth…, sabía que llegaría este día. Desde bebé has estado aquí y te he cogido mucho cariño al igual que a los otros huérfanos aquí, pero tengo que aceptar que todos tenéis que volar solos en cierto momento de la vida. Toma… aquí tienes un sobre con algo de dinero para empezar. No dudo de que pronto encontrarás un trabajo decente y… casi se me olvidaba. Toma aquí tienes un sobre y la tarjeta de un abogado. Vas a tener que contactarlo.” Beth cogió ambas cosas y se despidió de la directora. Una vez en la calle miraba la tarjeta del abogado y sentía como sus rodillas empezaban a temblar… El nombre del abogado era Mr. Trustmee.

Tragó saliva y se preguntaba qué debería hacer ahora…

¿Y tú… qué harias?

Fin (o no…)

Acerca de margotoele

I was born in the Netherlands and I married a Spanish man. Since 1971 I live in Las Palmas de Gran Canaria (Spain). I am retired now but have worked over 40 years as a recognized tour guide. My hobby was writing stories and I used the Sims games to illustrate my stories. Some of them are inspired on my own life experience although it will be difficult to believe for some of the readers. Nowadays I am just enjoying every new day and the joy that brings my youngest granddaughter.
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