No, no he tenido otro sueño igual

25 de agosto 2021

No necesitaba más sueños de este estilo. Ya la continuación resulta ser una pesadilla con lo del Covid. Parece que no se termina nunca. Aunque ya la mayoría de la gente hemos sido vacunadas, sigue siendo un peligro. Nosotros (mi marido y yo) tenemos suerte de vivir en un pueblo y tenemos bastante jardín. Hemos podido entretenernos igual pero esas pobres familias con niños y en un piso, tal vez con balcón… sin poder salir. No quiero ni pensarlo.

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Casi 2 años después

Veo que hace casi 2 años cuando escribí la última vez en mi Diario de una persona mayor. Supongo que no está mal porque significa que no me aburro en mi vida diaria. Hay que actualizar el estado de mi salud.
Al final no puedo quejarme. Mi tensión se ha estabilizado y solamente necesito una pastilla ligera. Lo suelo tomar al acostarme por si acaso se me sube la tensión durante el sueño y eso me va bastante bien.
En lo que se refiere al desgaste de mi ojo derecho: Hace medio año que el desgaste no es activo en el ojo y por eso han podido operarme de catarratas. La verdad, no esperaba mucho de esa operación y menos de que pudiera quitarme las gafas como muchos me aseguraron. Pero hay que admitir que tenían razón. No me acordaba lo bien que se podía ver a lo lejos. Solamente me hace falta unas gafas para leer (2 diptrías) y el oftalmólogo no me aconsejó coger gafas de lejos porque la carencia no llega siquiera a una dioptría. Ya no me siento prisionera de mis gafas.

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Todo lo que puede ocurrir en un suspiro….

Me pregunto si vale la pena seguir publicando en un blog. Ya las cosas no son como antes y eso naturalmente es lógico.

En abril de 2022 se murió mi marido y desde entonces mi vida ha dado un vuelco muy grande. Una nueva fase de mi vida en la cual aprendí muchas cosas.

Te preguntarás qué es lo que una persona mayor puede aprender todavía? Pues sí. Llevaba ya 10 años sin trabajar y desde que me jubilé, mi marido no me dejaba conducir ni mi propio coche… Así que cada vez me sentía menos segura de mi misma. Ya no quedaba más remedio de coger el volante de los coches y MILAGRO… no se me había olvidado conducir. Me sentí otra vez libre.

Los dos coches que teníamos tenían ya alrededor de 20 años y tuve que comprar otro coche. Fue entonces cuando me di cuenta que yo no había existido durante los 50 años que vivía en España. Y es que, hasta mi propio coche estaba a nombre de mi marido al igual que el seguro de los coches porque «si está a mi nombre, sale más barato». Ay Dios!

Así tuve mi propio calvario para poder encontrar una compañía que quería asegurar el coche de una mujer de 76 años quien, a pesar de tener carnet de conducir desde los 18 años de edad, no tenía historial en España. Al final se ha podido solucionar pero costó bastante.

En cuanto tenga más ánimo, continuaré explicando más cosas.

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